Papá, ¿por qué dibujas monstruos?


Porque puedo, la soberbia, es la primer respuesta que se me ocurre, pero al ver esos grandes ojos interrogantes mirándome, con esa avidez de saber de los pequeños, quiere entender de dónde viene todo eso que de pronto ve en mis cuadernos y que le digo que no existen.


La verdad sería que sí existen, en la imaginación, pero cómo le explico que dentro de mi hay una laguna oscura, algo que no alcanzo a entender, algo que a veces provoca pesadillas, (cada vez menos frecuentes, eso sí), que palabras utilizar para expresarle que esos seres de dientes afilados, enormes garras, esos seres pegajosos y sin forma definida son cosas de la inventiva humana. Coletazos de la creatividad.

Ejercicio, le puedo decir que son un ejercicio, que practico para cuando quiera dibujar flores o mariposas mi mano no tiemble con las curvas, pero una niña de seis años es demasiado perspicaz para creer eso.

Lo cierto es que la pregunta me dejó pensando, tanto que tuve que escribirlo para aclararlo, por qué dibujo monstruos, es la pregunta que me han hecho desde que agarré un lápiz e hice unos trazos hace ya más de 35 años, y la verdad nunca hasta hoy me había importado.

Le contesto que es arte, eso despeja las dudas de cualquiera, con sorpresa ella, que mide poco más del metro de estatura, me contesta que el arte es para hacer felices a las personas, cómo puede alguien tan pequeño tener tan precisas contestaciones, me calma pensar que no solo de mi aprende cosas, hago una nota mental para felicitar a sus maestras y a su madre y su abuela por contribuir a su gran educación, sí, contesto, el arte es para emocionar a la gente, para enseñar cosas que a veces las palabras no pueden.




Parece conforme con esa respuesta, quien no queda conforme soy yo, con inquietud me sigo examinando, los monstruos ciertamente son creaciones de personas singulares, podrían ser el reflejo de algo que bulle dentro de cada uno de los seres humanos, solo que la mayoría desoye ese rumor que de a poco se tornan gritos que llevan a la locura. Suena muy lógico.

Dibujar monstruos es un diálogo entre el artista y su yo, son largas conversaciones sin concluir, sobre cosas que no debe interiorizar en el ser, es el intento de mantener limpio el interior, es la expulsión de lo indeseado, que otros lo valoren, que otros lo interpreten.

Para mi, crear monstruosidades es homenajear a aquellos que no hallaron su lugar en el mundo, los despreciados, los desplazados, los incomprendidos y solitarios que sobrevivieron toda una vida, todos aquellos que no llegaron a vivir.


Aquellos a los que los demás ven diferente, no con temor aunque por lo regular sí. Los que no aprendieron a nadar en el mar de la sociedad, a conducirse con corrección, a expresarse, a estar cómodos entre la gente.

Así, cada artista de una forma u otra es alguien raro, y como dicen cada artista dibuja su realidad, o su visión de la realidad, su memoria y su habilidad trabajan en ello, trabaja un poco más su creatividad; lejos están de aquellos otros, los que dibujan lo que ven, aquellos que se sientan frante a su modelo u objeto y tratan de plasmar lo que hay, pero no van más allá, no tratan de pintar lo que se piensa, lo que se siente, lo anhela o quiere o lo que teme. Dibujar monstruos es como hacer visible lo que no se ve, lo que no todos ven.

Al final todo se reduce a ojos fijos, colmillos, pelo, piel lisa y fría, escamas, formas insectuosas, es textura húmeda que remonta a momentos desagradables, expresa lo desconocido, solo eso, es despertar en otro sensaciones aracnofóbicas, reptiliofóbicas, claustrofóbicas, porqué es tan difícil de explicar.

Dónde empieza y dónde acaba esta afición por lo oscuro, lo caótico, donde está el límite entre lo permitido, cuando se ha transgredido la frontera de la realidad y la cordura. Hasta donde pueden los demás entender.


Existe la dificultad de crear algo que no existe, algo que no es palpable pero ahí está, es ansiedad, como lo pones en colores, la mayor de las veces es recrear en papel las emociones negativas, potenciarlas darles forma en algo coherente, algo que el espectador pueda reconocer. En fin, a veces es nada más escandalizar, burlarse del temor ajeno, hacer explícito lo escondido, la literatura y el cine lo han hecho siempre.

Son distintos los temores en las culturas, los temores difieren con las zonas, y los monstruos y la imaginación son parte importante de la evolución, es civilizado expresarse, aunque sea dibujando monstruos, no por nada siguen siendo un éxito, los monstruos clásicos de la literatura siguen vigentes. El morbo todavía vende y vende bien.

Lo curioso es que ya salidos, ya paridos los engendros dejan de asustar, plasmados en la pintura o en el papel ya no son tan monstruosos, ni aterradores como en la mente. Se necesita ser un artista excepcional para retratar con fidelidad la monstruosidad de la mente humana. 



Y así, los dibujos pasan a ser curiosas creaciones comentadas al sabor de un café, o en una charla entre un padre y su hija una tarde en el jardín en que ella le pregunta: Papá, ¿por qué dibujas monstruos?