Ven...



Ven conmigo a la creación de un nuevo mundo, ven, que nada es mas fácil que decir tu nombre que ilumina.

Ven, porque un coro de vírgenes locas prodigan la cordura dando prudentes respuestas.

Ven, porque habrá un ángel velando mi sueño, y sonriendo mientras acaricia mi cabello en mi descanso tras haber cumplido mi condena en la cárcel del hombre; condenado por un error de la justicia que descubrió mi corazón de hombre falso como moneda sin efigie ni curso, ni ley.

Ven conmigo, trae tu traje de novia, el mismo de todos los días, ven al claro de bosque que soñamos esa noche junto al río, donde el manantial de aguas arrepentidas adoptó nuestros sueños como propios. Ven, y sabremos que nada se ha perdido en el paraíso.

Ven, porque hay seres familiares que sonríen al vernos llegar y nos saludan según su modo. Ven, porque estas letras canjean todo mal por bien, y si cumples tu más escondida promesa ya no estaré solo, ni en sueños pisare el silencio de los labios acusadores.

Ven, porque ya no mancharé mi vino con delirio, ni mi pan con amargura, ni te haré salir de mi costado, dolorosa compañera.

Ven, con tu luz ilumina mi rostro, y sabrás como abrir esta reja de mi insoportable soledad.

Ven, que ya todos se den cuenta que nos entendemos.

luz

¿Acaso no eres tu la luz que acompaña mi llama? ¿No es la tuya el alma gemela de mi sabiduría?

Coincidencias



¿Y qué tal si algunas de ellas no fueran coincidencias?

Alguien que viene de de tan lejos y no se le espera llegar...



Mujer de labios memorables, sabes que he persistido en la aproximación de la dicha y la intimidad de la pena, eres ya sombra de mi vida, atraviesas mis noches segura y callada; y así mismo te vas. Y yo, que estuve en las orillas de tu querer, aún con mi callada costumbre de estar solo, he visto tardes infinitas donde se cumple mi insaciada inmortalidad, he peleado y vencido en numerosas batallas por esos labios que me han besado y esas manos que me han acariciado.

He atestiguado y confesado por la rareza de mi mundo, he descrito lo eterno con besos sobre esas mejillas en las que apetece el amor, he dicho asombro donde los demás dicen costumbre, he trabado mis palabras, y mis dedos han dicho lo que no mis labios; aun y con todo, el agua en mi boca sigue siendo dulce, siento pavor de la belleza, de tu belleza, pero ¿quien se atreverá a condenarme si esta gran luna de mi soledad me perdona?

No he recobrado tu cercanía, pero tengo presas tus estrellas. Seguro de mi vida y de mi muerte, miro a los ambiciosos y quisiera entenderlos. Su día es ávido, su noche es tregua, hablan de humanidad y mi humanidad me dice que somos ecos de una misma penuria.

Y confeso y con recuerdos ambiciono aun tus besos en esta orilla donde canto lúgubre de soledad.

El tiempo está viviéndome, más silencioso que mi sombra, cruzo el tropel de su levantada codicia. Ellos, imprescindibles, únicos merecedores del mañana corearán mi nombre, como el de alguien cualquiera, y seré como alguien que vuelve perdido y desolado de un país en guerra, alguien que viene de de tan lejos y no se le espera llegar.