INMENSA


Solo tengo que estirar la mano y decirte adiós, e iré tranquilo
pues se que donde tus manos descansaron, vivirán caricias.

Y cuando tus ojos me encuentren, la distancia te dirá: se ha ido.
Y si tu memoria me busca, sonreirás al saberme otra vez libre, al saberme yo, otra vez.

Pensaré en ti en una noche de septiembre, con tus manos frías y tu sonrisa al aire.
Te pensaré un viernes después de clase, te pensaré como una llave. Te pensaré sola y estarás otra vez conmigo.

Te pensaré como alguien que abrió mis espacios cerrados a tu cercanía.
La inmensidad de ti me hizo libre. No obstante mi dolor no será el tuyo. Mi soledad no será de ti.

Fue bueno haberte conocido porque supe lo que es ser humano. Qué es ser débil, qué es ser hombre. Más no dejaré de ser libre, lucharé por la inmensidad. Tu inmensidad a pesar de la eternidad.

Eres una real mujer, y puedo sentirme satisfecho de haberte conocido. Pensaré mucho en levantar mi mano y decírtelo aunque al final puede no lo haga.

El primer día


El primer día fue terrible, su cuerpo se negó a dormir y no pudo probar alimentos, igual fueron los días subsecuentes, esperando verla regresar cada interminable jornada, no obstante en el fondo sabía que eso no iba a suceder.
Recordaría, en un futuro esa despedida, tal vez con cariño, un beso en la mejilla y por primer vez en muchos días enfiló rumbo a casa sin ese rencor y esa duda que le comía el alma.